domingo, 22 de julio de 2012

Testigos aportaron más datos sobre el secuestro de "Pampero" y señalaron al "hombre de la cicatriz"

En la cuarta audiencia del juicio donde se investiga el secuestro, la detención y posterior desaparición del dirigente de la JUP, Julio Rolando Alvarez García se escucharon testimonios que reconstruyeron el episodio y fortalecieron la postura de la querella que señala al ex Tte. Mariano Rafael Braga como responsable del operativo represivo llevado a cabo el 21 de agosto de 1976.
En la primera parte del debate testimoniaron dos hermanos de la víctima, Guillermo y Normando Alvarez García y dos amigo de la familia, Miguel Angel Maidana y Jorge Zalazar, quienes presenciaron el momento en que se ejecutaba el operativo de secuestro. Estos testigos aportaron abundantes detalles y coincidieron en señalar al "hombre de la cicatriz", como uno de los partícipes de la detención de Pampero.
 Posteriormente, brindaron testimonio  dos testigos de la querella, Joaquin Salas, quien fuera Jefe de la Comisaría de ciudad de Nieva y Luis Almeyda  quien se desempeñó como director de Personal del Ejército.

“UNA LUCHA INTERIOR” ENTRE EL OLVIDO Y LA MEMORIA

Guillermo Alvarez García, hermano de Pampero inició su testimonio señalando que desde el secuestro se había debatido entre el olvido y el recuerdo. “Fue una lucha interior” describió, “por una parte quería olvidar todo y olvidar sobre todo el martirio al que imaginaba había sido sometido mi hermano. Pero, por otra parte, quería recordarlo todo para que un día como hoy los responsables pudieran ser castigados”. En el marco de esa tensión “hay cosas que he olvidado, otras que recuerdo como flashes de ese momento traumático, otras que fueron volviendo a la memoria no sé  por qué  extraño mecanismo”.
Recordó el día del secuestro del hermano, cuando una patota vestida de civil irrumpió en la casa familiar de Ciudad de Nieva donde celebraban un cumpleaños. “Era un día de viento norte” dijo y señaló que una vez detenido, su hermano fue ingresado a un vehículo, uno de los varios que estaban apostados en la zona. Los siguió y vió que algunos se perdían en el Regimiento 20.
Señaló que su padre intentó hacer inmediatamente una denuncia en la Comisaria 5ta de Ciudad de Nieva, pero se lo impidieron porque no podía decir quién había detenido a su hijo.
Cuando volvió a su casa, después de haber visto los autos que entraban al RIM 20, el testigo recordó que sus padres -por los rasgos físicos- ya sabían que había sido Braga, por un pariente lo había identificado. Poco después, relató, el abogado Próspero Nieva presenta un habeas corpus por Pampero.
Al tiempo conocieron que su hermano había sido detenido por el Ejército, por instrucciones emanadas desde Tucumán.
Puso de relieve el testigo que su familia y los amigos, siempre recordaron a “un hombre con una cicatriz en la cara” y señaló que su madre “siempre estuvo convencida que fue Braga”.
Dio detalles del sufrimiento y del largo peregrinar de su madre por el Regimiento 20, donde fue sometida a maltratos y largas esperas, y donde además escuchó también el nombre de Braga. Pero además tuvo que soportar “la perorata” de los militares que hablaban de “canallas subversivos”  y calificativos de ese tipo

“ERA BRAGA QUE ANDABA SECUESTRANDO”

El segundo testigo, Normando Alvarez García, también hermano de Pampero, se refirió a las circunstancias del secuestro de Pampero, el 21 de agosto de 1976. Precisó que los efectivos de civil que ingresaron al domicilio  pusieron un revolver en la cabeza a su padre y llevaron a Pampero a una habitación del fondo de la casa donde fue esposado por la espalda.
Recordó que su padre, en la desesperación se comunicó con su tío Ulises Orellana, quien por la descripción que hizo su padre y por la cicatriz en la cara le dijo que ese era “Braga que andaba secuestrando”.
Destacó Alvarez García que su padre, una vez que tuvo los datos de Braga, volvió a la Comisaría para efectuar la denuncia y que al día siguiente de ese episodio Orellana fue detenido. “Se salvó por un oficial de la federal, santiagueño que lo conocía” dijo e interpretó que esa detención fue en represalia por haber aportado los datos de Braga.

UN ASCENSO FRUSTRADO

Tras el retorno de la democracia, en 1998 o 1999, Alvarez García tuvo conocimiento de que el pliego de Braga estaba en consideración del Senado para su ascenso militar. “Yo era diputado nacional, hablé con Leopoldo Moreau y le dije que Baga había participado del secuestro de mi hermano.El ascenso fue impugnado y quedó en stand by” relató.
Mencionó un encuentro posterior con el Dr. Raúl Alfonsín, a quien el General Martín Balza había solicitado que intermediaria por Braga ante la impugnación de su pliego, ya que había sido uno de los pocos militares que lo había acompañado en la “famosa autocrítica”.
“Yo le conté todo a Alfonsín y él me dijo: “no hay nadas más que hablar. Hacé todo lo que tengas que hacer”.

“TODOS ERAN MENOS EL”

Normando Alvarez García se refirió también a encuentros que tuvo con Braga, en el estudio de un abogado de apellido Costa, quien intermedió para concretar esas reuniones, por insistencia del propio Braga.
Recordó el testigo que Braga dijo entonces que no había tenido nada que ver con el suecuestro. “Yo le dije que lo único que quería era saber qué hicieron con mi hermano  y donde estaba, a donde estaba su cuerpo. Mi madre siempre lloraba porque quería saber, para poder ponerle flores” afirmó.
Señaló que tuvo tres encuentros con Braga y que el imputado siempre negó su participación y en cambio incriminó a Jones Tamayo, como la persona que había conducido el operativo y que por entonces era jefe de seguridad de Aeropuertos 2000. “Todos eran (responsbales) menos él”.
Alvarez García recordó a Braga como un hombre con mucha información  “era un agente de inteligencia” e infirió que “en el proceso, no se dedicaba al escritorio” como siempre quiso hacer creer.
“No es creíble, el no era un oficial de escritorio, era un hombre importante” fue categórico Alvarez García y agregó que por eso tuvo el apoyo de Balza y de otros militares como el Cnel .Bulacios o Domingo Bussi, quienes trataron de desvincular a Braga de este caso.
 “Eran conversaciones donde él buscaba una cosa y yo buscaba otra. El lo único que quería era que lo ayudaran a ascender, yo quería información”, dijo Alvarez Garcia.
“Me llama la atención que siendo él uno de los de la autocrítica, en ninguno encuentro se mostró arrepentido, ni hizo alguna autocrítica. Lo único que quería -enfatizó Alvarez García- era que diga que él no había sido para que pudiera ascender”.
En el último encuentro que mantuvo con Braga, relató, “le dije que no lo odiaba, porque el odio estanca y tenemos que seguir viviendo y que lo único que quería era la verdad y ahora la justicia”, agregó el testigo.
Al igual que su hermano, Normando recordó que sus padres estaban seguros que Braga había sido el hombre que comandó el secuestro de su hermano. Y acotó que la detención de su tío Ulises Orellana que es quien señala a Braga, lo confirma.

“UNA HERIDA ABIERTA QUE NO CIERRA”

Finalmente Alvarez García, se refirió al contexto familiar, de fuerte tradición católica. “Fuimos criados, no para aferrarnos a lo material, sino para ser idealistas y solidarios”, dijo y puso de relieve que la desaparición de Pampero es “una herida abierta que no cierra”.
“Lo bueno es que se va a hacer justicia, no venganza” agregó y manifestó –refiriéndose al juicio y al trauma que importa el recuerdo- “esto tiene que servir para que sea un “nunca más para nadie”. Pido solamente justicia, por esa manera animal, (la desaparición) eso no se hace”.

Miguel Maidana
“UN HOMBRE CON UNA CICATRIZ O UNA MANCHA QUE
 APUNTABA A PAMPERO A LA ALTURA DEL ESTOMAGO”

Miguel Angel Maidana, el tercer testigo de la jornada, recordó que el mediodía del 21 de agosto de 1976, cuando llegó a la casa de la familia Alvarez García, un hombre alto de traje le impidió el ingreso y ante su insistencia, abrió su saco y le mostró un arma. “Me quedé en la plaza donde me encontré con otro amigo Jorge Salazar que estaba viendo lo que sucedía. Se abrió la puerta y salió Pampero esposado”.
Vió la escena de la salida de Pampero apresado y conducido por dos personas,  a una distancia no mayor de 10 metros. Detalló que una de las personas que llevaba a Pampero, que estaba sobre el lado izquierdo, tenía una cicatriz o una mancha en la cara y le apuntaba a Pampero con una pistola a la altura del estómago. Ese hombre, “alto, de 170 o 1,75mt, de estado atlético, joven entre 26 y 27 años, de pelo corto”, era quien después Ulises Orellana, ayudaría a identificar como Braga.


OTRO TESTIGO QUE HABLO DE LA CICATRIZ
El cuarto testigo de la jornada del miércoles, Eduardo J Zalazar, validó los dichos por otros anteriores y en algunos tramos con mayores detalles. Por ejemplo , dijo que alcanzó a divisar una “renoleta” con chapa patente “E” (Entre Rios) de donde bajaron 3 hombres, que después de charlar cruzaron por los jardines hacia la vivienda de la calle Libertad . Logró visualizarlos y distinguir la “cicatriz en la cara del lado izquierdo”  a uno de ellos. En una ocasión vio a una de esas personas, apenas el hombre se dio cuenta que lo estaba mirando, salió corriendo.

LA DEFENSA TAMBIEN PRESENTO SUS TESTIGOS

El primer testigo propuesto por la defensa de Braga, Joaquín Salas,  manifestó no entender  por qué lo citaron. En 1.976 se había desempeñado como Jefe de la Comisaria 5ta, correspondiente al Barrio Ciudad de Nieva.
 Aseguró haberse enterado del secuestro de Pampero Alvarez García por comentarios, dijo que no recibió denuncia de la familia y se encargó de aclarar que él se encargaba de los “delitos comunes”, en tanto que otros policías, en contacto con el Ejército, hacían inteligencia.
Dijo que recibió órdenes superiores para que no hiciera nada, ni siquiera de oficio, frente al hecho del secuestro. Detalló también las ocupaciones de lo que denominó “el otro grupo de policía”. “Si hay un secuestro seguro que es el Ejercito” contó que le manifestó el Jefe Regional Silvera.
El último testigo de la jornada fue el Coronel Luis Maria Almeyda,  Director de Personal del Ejército, especialista en Personal y Legajos. La defensa explicó que lo requería a fin de corroborar la autenticidad de  la calificación anual en el Legajo de Mariano Braga, cuyo original obra en depósito del Tribunal de Jujuy desde hace mucho tiempo.
Determinó  que un Oficial de Inteligencia de Batería Comando ( tal la especialización del imputado Braga), debe tener información  del oponente (enemigo), condiciones del terreno, condiciones meteorológicas, etc. Mencionó que respecto a las licencias y algunos otros datos podían o no figurar en el Legajo, que ignoraba cuál era el mecanismo de control del mismo.
Entre los datos que brindó del Legajo, es la pertenencia de Braga al Batallon 601.
Sobre el final, de la jornada, el Tribunal Oral Federal –haciendo lugar a un pedido de la defensa del imputado Orlando Vargas- resolvió que sea evaluado en sus condiciones físicas para autorizar el traslado desde el Hospital San Roque hacia un centro médico privado.
El juicio continuará este jueves, a partir de las 9:00. En la Audiencia se prevé la comparencia de siete testigos.
 
El grupo que marcaba
 
Un ex jefe de la seccional quinta de la policía provincial de Jujuy admitió ayer que durante la última dictadura funcionó en la provincia un grupo de oficiales y personal subalterno que se encargaba de “marcar” ciudadanos y viviendas de presuntos subversivos. Joaquín Sala, testigo por la defensa del militar retirado Mariano Braga, imputado en el juicio por el secuestro de Julio Alvarez García, ocurrido en 1976, señaló que le habían hablado sobre la existencia de un operativo que se realizó en la casa de la familia de Alvarez García, pero cuando se lo dijo a su jefe superior, el comisario Antonio Silvera, éste le manifestó que “no se meta” y que si se trataba de un secuestro era “el Ejército”.

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